London's Secret {Afiliación Normal}

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3:00 a.m., Viernes 13 Marzo de 2012

La hora maldita, la hora contraria de la resurrección del Señor Jesús Cristo. La hora de la maldad; la hora en que la sangre de los demonios se apoderaban de las personas cuales maldición tenían, el día en que la maldición empieza y más de cincuenta vidas se pierden en el infierno. Inglaterra queda advertida; de que sucesos raros pasaran todo el año, el año en que el mundo está dispuesto a morir con nosotros, y cada minuto es una bendición de Dios, pero también una maldición de su inferior… Satanás. La noche es fría y lluviosa, la luna se encuentra en su punto más alto mientras que vela la ciudad de Londres, el cielo de esta noche se encontraba despejado haciendo notar la luna que tenía primer asiento a la masacre que sucedería en Covent Garden, el plan iba como ellos lo habían acordado y las calles que se encontraban cerca de ahí estaban extrañamente vacías, selladas en silencio mientras que los vigías esperaban la señal de su gran jefe, pero una de las tantas víctimas con sangre del mayor en él se negaba a seguir el plan acordado.

Un traidor.

El nerviosismo no ayudaba mucho en aquella situación; su cuerpo no seguía las órdenes de su superior, su mente divagaba en la verdad mientras que sus manos mantenían aquella espada, cerrando su puño con fuerza en la empuñadura de su esta misma. Varias gotas de sudor se mostraron en su frente haciéndolo el centro de las miradas, los rehenes se encontraban en silencio mientras que sus ojos inspeccionaban la situación; gente inocente que no tenía conocimiento alguno de los demonios, sin conocimiento alguno de los ángeles y mucho menos; de los híbridos. Entre las personas que se encontraban presas había niños como bebés de apenas dos meses de vida, personas ancianas. El chico no podía más con tanta presión, dependía del que las personas fueran liberadas, por el bien o por el mal. Cuando al fin nuestro héroe se había decido en terminar con aquello; la luna se puso de un color carmesí que mesclaba el color del cielo azulado haciendo que este se volviera negro, las personas empezaron a arder en llamas mientras que sus gritos eran desgargantes al oído, la llama azulada era lo único que se detectaba, el cielo negro y la luna roja eran una maldición.

El chico peli-azul miraba con terror la escena, mientras que su boca se abría en señal de la culpa que tenía en el, pudo a verlos salvado pero fue tarde, el gran reloj marcaba ya las 3:30; sus facciones de serenidad eran ahora de terror, sus manos se abrieron dejando que la espada cayera al suelo haciendo el suficiente ruido para ser captado por los demás demonios que sonreían victoriosos, las miradas de estos seis se posaron en el, mirándole con rabia y con pensamientos perturbadores. - Déjenlo, es un novato… - Comento el pecado de la Gula, una sonrisa como una risa malvada se escucho mientras que los gritos de las personas seguían pasando por los oídos del chico, Pereza.

Los demás pecados se burlaban de él mientras que el sonido de los gritos disminuía poco a poco, las cenizas de las personas se quedaban a vista. El chico no podía con tal tiranía, ¿Cómo era posible para ellos estar tan feliz y tan consientes de esto? El joven llevo sus manos a la cabeza sacudiendo esta, diciéndose a sí mismo que todo esto era solo un mal sueño, que no estaba pasando; la luna no estaba roja; el cielo no era negro; no habían gritos de verdad; los demonios no existían; y el no sabía usar una espada de plata. Las risas aumentaron mientras que los gritos del chico se prolongaron, grito fuertemente haciendo que su garganta fuera desgarrándose, estaba desesperado, asustado, lleno de terror. El joven se dejo caer al suelo cayendo de costado, cayendo encima de la espada la cual le corto un poco. Gula no soportaba la voz del niño, no soportaban los quejidos de este, chasqueo la lengua y se dirigió a él dándole una patada en la espalda, una fuerte patada que lo dejo sin aire…

- No seas una nena, se hombre y toma responsabilidad de lo que has hecho… - Le grito escupiendo en el suelo que sería la tumba de aquel demonio, el no había pedido tal maldición; por lo cual si él no estaba dispuesto a tomar lugar del pecado de la Lujuria, debía morir junto con los otros. Ira; la persona con menos compasión en la tierra desfundo su catana, para pasarla rápidamente por la garganta del demonio cortándole la cabeza. Lo último que se escucho aquella noche, fueron los gritos de un joven… un joven que no merecía el puesto… el cual fue remplazado, por alguien mejor…[/justify]
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